📚📙 Cintra y su modelo de residencias: un nuevo derecho educativo para los jóvenes inquilinos

Entrevistamos a Enrique Méndez Paz, Intendente de Cintra, quien conduce la pequeña localidad pero bien lo insinúa con "enormes sueños". Donde la educación es una de las políticas centrales y bases de nuestro diseño de gestión garantizándole a los jóvenes inquilinos inclucividad en la universidad más cercana a su localidad.

 

En un país donde alquilar se ha vuelto un obstáculo más en la carrera de obstáculos que enfrentan miles de jóvenes que quieren estudiar, hay un rincón en Córdoba que está haciendo algo distinto. Allí, el acceso a la vivienda no es una carga individual, sino parte de un proyecto colectivo. En Cintra, a 50 kilómetros de Villa María, el Estado municipal decidió romper con la lógica del sálvese quien pueda y apostar a una política pública concreta, sensible, profundamente transformadora: crear residencias educativas para que los jóvenes puedan estudiar sin tener que pagar alquiler.

 

Este proyecto, llamado Residencias Educativas, nació como una idea que flotaba en el aire, como un anhelo compartido entre vecinos, docentes, dirigentes y familias que veían cómo año tras año la imposibilidad económica dejaba a los hijos afuera de la universidad o del terciario. Según relata Enrique Méndez Paz, la decisión de llevarlo adelante se fortaleció a partir de una escena difícil de olvidar: “Una familia nos contó, entre lágrimas, que el año anterior había tenido que elegir cuál de sus dos hijos iba a estudiar, porque no podían costear dos alquileres. En ese momento supimos que había que hacer algo más que discursos: había que crear una política concreta que garantice igualdad de oportunidades.”

 

Y así fue. Apenas asumió en 2019, el equipo de gobierno de Cintra comenzó a trabajar con firmeza en este proyecto. Tomaron ejemplos existentes, dialogaron con referentes educativos, se vincularon con la Universidad Nacional de Villa María para adaptar reglamentos de convivencia y seguimiento académico. No se trataba solo de dar un lugar donde dormir: la clave estaba en generar un entorno adecuado para estudiar, donde los jóvenes se sintieran contenidos, acompañados y cuidados, no solo por la familia, sino por su comunidad entera.

 

La residencia hoy alberga a 20 jóvenes de Cintra que estudian en Villa María. Todos ellos son primera generación de estudiantes universitarios o terciarios en sus familias, lo que demuestra no sólo la necesidad de una herramienta así, sino también su potencial transformador. La política pública está diseñada con criterios claros: el municipio no sólo cubre el alquiler, sino que realiza un seguimiento pedagógico y emocional. Cada dos meses, los y las estudiantes entregan sus calificaciones, hay reuniones periódicas y se construye un ida y vuelta constante que fortalece el vínculo entre el Estado y los ciudadanos más jóvenes. No hay expulsión si alguien se lleva una materia: hay diálogo, acompañamiento, ayuda.

 

Méndez Paz subraya que lo que se vive en Cintra no es caridad ni dádiva, sino una concepción moderna y humana de la función del Estado local: “Estamos convencidos de que el Estado municipal no puede limitarse al alumbrado, barrido y limpieza. Tiene que estar en la vida de las personas, en sus proyectos, en sus sueños. Esta residencia es eso: una política concreta que permite que los chicos y chicas puedan soñar con una vida mejor sin que el dinero sea una barrera insalvable.”

 

Y los resultados ya empiezan a notarse. El primero en recibirse fue Federico Pascali, quien obtuvo su título terciario en 2024. Recibió el premio “Juana Ceballos”, una distinción institucional que destaca a quienes dejan una huella positiva en la comunidad. Hoy es bombero voluntario y decidió quedarse a vivir en Cintra, devolverle al pueblo lo que el pueblo le dio. Su historia no es un caso aislado, sino el primero de muchos que vendrán si esta política sigue creciendo.

 

Pero el impacto no es solo individual. Según el intendente, esta experiencia ya modificó incluso las perspectivas dentro de la escuela secundaria local: “Hace diez años, cuando un alumno estaba por terminar el secundario, en la escuela se discutía si podía o no seguir estudiando. Hoy eso cambió: se asume que todos pueden seguir, que hay una herramienta concreta para que nadie se quede atrás.”

 

La residencia tiene además un reglamento de convivencia que promueve el respeto mutuo, el compromiso con el estudio y la vida comunitaria. No se trata de internados cerrados, sino de hogares compartidos donde se construyen lazos, se cultiva la autonomía y se aprende en comunidad. Durante el verano, quienes viven allí vuelven a Cintra y participan activamente de actividades sociales, culturales y deportivas. No como una obligación, sino como una forma de retribuir y de sentirse parte. Porque el proyecto también busca eso: formar no sólo profesionales, sino ciudadanos comprometidos.

 

En un contexto donde el mercado del alquiler expulsa, margina y excluye, Cintra demuestra que otra forma de habitar es posible. Que el alquiler también puede ser una política pública inclusiva, cuando se lo entiende como un derecho y no como un negocio. Que el acceso a la educación no debe depender del código postal, ni del saldo en la cuenta bancaria, ni del apellido. Que los pueblos chicos pueden tener políticas grandes, y que cuando hay voluntad política, hasta los sueños más lejanos pueden hacerse realidad.

 

Este modelo interpela a otros municipios, a otras gestiones, a la propia provincia. ¿Por qué no pensar en una red de residencias regionales? ¿Por qué no sumar a otras localidades a esta lógica solidaria y redistributiva? ¿Por qué no construir un sistema donde alquilar para estudiar no sea una condena económica, sino un derecho garantizado por la comunidad?

 

Cintra ya lo empezó. Con recursos limitados, con decisiones valientes, con sensibilidad social. Como dice Méndez Paz, “nuestra localidad es pequeña, pero tiene sueños grandes. Y cada estudiante que avanza, que se recibe, que se queda a vivir en el pueblo, es una semilla que vuelve. Cada uno tiene mucho por dar y aportar. Y nosotros como comunidad queremos estar ahí para sostenerlo.”

 

En tiempos de retrocesos, de discursos meritocráticos que culpan a los jóvenes por no llegar, esta experiencia muestra otro camino. Un camino donde el Estado protege, acompaña, iguala. Donde la política no es un problema, sino una herramienta de justicia. Donde el alquiler es parte de una política educativa inclusiva, y no un privilegio de pocos

Fuente: Foto DeUnion
Fuente: Foto DeUnion

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