Las negociaciones con el FMI avanzan mientras el gobierno de Milei busca un nuevo crédito de 12 mil millones de dólares. Sin embargo, el endeudamiento conlleva más ajuste y recortes en áreas clave como salud, educación y jubilaciones. En paralelo, el discurso presidencial en Davos generó un fuerte rechazo social, con movilizaciones masivas en todo el país. Cristina Fernández de Kirchner advirtió sobre las consecuencias del modelo económico actual: “El sacrificio solo sirve para enriquecer a unos pocos y empobrecer a las grandes mayorías”
Autor
Editorial
Compartir:
Fuente: Foto de Perfil
Las negociaciones con el FMI continúan avanzando. Una misión del organismo se reunió en la semana con el equipo económico que comanda Luis Caputo, buscando arribar a un nuevo acuerdo. La directora gerente de la entidad, Kristalina Georgieva, tras el encuentro con el presidente Javier Milei en Washington, ya había señalado “el tremendo progreso que Argentina ha hecho para bajar la inflación, estabilizar la economía y crecer otra vez. Los argentinos están comenzando a sentir los beneficios. La pobreza finalmente está bajando”. Luego agregó: “Es un buen momento para darles más viento a las velas de la Argentina”. Muy difícil no asociar esta escena a otra anterior: aquella en la que el expresidente Mauricio Macri nos convocaba a enamorarnos de la entonces directora gerente del Fondo, Christine Lagarde. Parafraseando a un gran pensador: la historia se repite, la primera como tragedia, las siguientes como farsa.
La narración es la misma: se presenta el problema –el acuerdo con el FMI– como la solución. El nuevo crédito, que probablemente desembolse el organismo internacional, no resuelve el problema. Por el contrario: lo agrava. Hace aún más impagable una deuda ya impagable.
El mejor momento que atravesó la Argentina en los últimos años fue cuando Néstor Kirchner le abonó al Fondo el total de lo adeudado en una operación conjunta con el presidente de Brasil Lula da Silva.
Los créditos del FMI traen condicionalidades. Junto con las misiones técnicas que se reúnen con el equipo económico llega una serie de imposiciones: sobre el tipo de cambio, las tasas de interés, los salarios y las medidas fiscales, entre otros aspectos. Acordar con el Fondo significa aceptar sus políticas de ajuste.
La actual administración podría responder que ello no le preocupa: ya implementa un ajuste más grande que el que les propone el Fondo. Sin embargo, los gobiernos buscan ganar elecciones y el organismo internacional no: de allí algunas diferencias de enfoque, entre ellas, las que tienen que ver con el tipo de cambio.
Todo parece indicar que un aspecto central de la negociación es el desembolso de un crédito adicional de alrededor de 12 mil millones de dólares. Esa suma coincide con la parte del préstamo (el total acordado entre Macri y el FMI era de 57 mil millones de dólares) que el gobierno de Alberto Fernández decidió no tomar. Es probable que el oficialismo recupere ese tramo y renegocie las condiciones de pago por los 44.500 millones del crédito que sí fue tomado. Este último fue refinanciado por el gobierno del Frente de Todos y los vencimientos recién comienzan en septiembre de 2026.
No es una buena noticia más endeudamiento. Viene acompañado con la imposición de alcanzar un mayor superávit primario para cubrir el pago de los intereses de la deuda. En un contexto en el que se eliminó el impuesto PAIS y hay una caída de los precios internacionales de las materias primas, para cumplir con el objetivo del superávit fiscal el Gobierno va a profundizar el ajuste del gasto, afectando más las jubilaciones, la obra pública, las inversiones en salud, educación y en ciencia y tecnología, entre otros rubros sensibles.
En paralelo, Milei dedicó parte de su discurso en el Foro de Davos a cuestionar aspectos centrales de los feminismos, la inmigración, el ambientalismo, las diversidades sexuales y los derechos relacionados con la justicia social. Ello generó una fuerte reacción ciudadana que se expresó en concentraciones masivas en la Ciudad de Buenos Aires y en otros puntos del país. Al cierre de esta nota, desde el Bloque de Diputadas y Diputados nacionales de Unión por la Patria convocamos a las movilizaciones previstas para ayer.
Hay dos agendas confluyentes: la de los derechos civiles y la de las políticas económicas. A ambas se refirió la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando cuestionó a Milei: “Solo te dedicaste a insultar, atacar y difamar a mujeres y homosexuales”. Y agregó: “Aflojá un poco…, que vas a necesitar resto para cuando se te acabe la nafta del dólar planchado, el carry trade, el ajuste eterno y la caída del consumo; y, finalmente, los argentinos se den cuenta de que el sacrificio que hacen solo sirve para enriquecer a unos pocos y empobrecer a las grandes mayorías”.
Tres gigantes exportadores controlan casi el 40% del comercio agroindustrial argentino. En un contexto de inflación alimentaria y crisis global, el informe de la Bolsa de Comercio de Rosario sobre la campaña 2023/24 revela cómo Viterra, Cargill y COFCO concentran el poder en el corazón del modelo agroexportador. La nota analiza la arquitectura empresarial, los recursos estratégicos que están en juego y la necesidad urgente de debatir la soberanía sobre el alimento y las divisas.
En febrero de 2025, los precios mayoristas de alimentos y bebidas subieron 2,4% y acumulan un 44,8% interanual. El dato, proveniente del último informe del INDEC sobre el Sistema de Índices de Precios Mayoristas (SIPM), refleja una aceleración sostenida que golpea direct
El bolsillo no da tregua y la góndola se convierte cada vez más en un campo de batalla. En febrero de 2025, los precios de los alimentos en Argentina volvieron a crecer por encima del promedio general, configurando un escenario de presión sostenida sobre los hogares. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el Índice de Precios al Consumidor (IPC) tuvo un alza del 2,4%, pero los alimentos y bebidas no alcohólicas treparon un 3,2%