✊🏻 Gervasio Muñoz: "La libertad del mercado nos condenó al desamparo habitacional"

El referente nacional de Inquilinos Agrupados y una de las voces más activas en defensa del derecho a la vivienda, analiza en profundidad el impacto del DNU de Milei, el rol histórico del Estado desde la dictadura hasta hoy, y traza un mapa político y regional del drama habitacional. Con una trayectoria de más de una década en la organización inquilina, advierte: “El mercado decide todo, y el Estado lo habilita".

Fuente: Foto extraida de su cuenta de X personal

Entrevista a Gervasio Muñoz
Por Revista Vértice


 
Revista Vértices: ¿Cómo describirías actualmente la situación del inquilino e inquilina de Argentina?
 
Gervasio Muñoz: Bueno, me parece que a partir del decreto 70/2023 de Milei nos han vuelto a poner en el lugar en el que históricamente ha estado el inquilino en nuestro país, que es el de un sometimiento absoluto a las reglas del mercado.
La Ley de Alquileres fue un intento de empezar a conquistar algunos derechos y a revertir esa situación histórica, sobre todo desde la última dictadura. Y Milei volvió a poner las cosas en el lugar de lo que históricamente sucedió en Argentina.
Se parece demasiado a lo que hizo también Martínez de Hoz, que fue desregular completamente el acceso a la vivienda en alquiler.
Entonces, hoy la situación en términos económicos es gravísima, pero además, en términos de derechos, no tenemos ninguno.
Y por eso hay una resignación muy grande en el sector, una sensación de que nadie cree que la situación vaya a mejorar.


 
RV: En estos años, ¿qué nueva forma ha tomado la vulneración del derecho a la vivienda?


 
GM: ¿En los años de Milei decís? Sobre todo en el foco de Milei. Bueno, contratos muy cortos, aumentos atados a la inflación o incluso por encima de la inflación cada tres meses. Absolutamente todos los gastos alrededor de la vivienda se cargan sobre el inquilino.
Es decir, hay una transferencia de ingresos muy violenta hacia los rentistas, hacia quienes concentran las viviendas en Argentina, hacia quienes hacen del acceso a la vivienda un negocio.

 

Eso en términos económicos
Por otro lado, hay un disciplinamiento total a partir del decreto.
Hay una cláusula del decreto que es muy interesante porque describe muy bien la perversidad del gobierno de Milei: plantea que el propietario puede terminar el contrato en cualquier momento.
Lo que hace es ubicar al inquilino en un lugar donde no puede reclamar absolutamente nada, porque prácticamente el dueño de la vivienda también ahora es el dueño de la vida del inquilino.
Puede decidir cuándo se queda sin casa o cuándo no.
Entonces, ese es el lugar que ocupan hoy los inquilinos. Describe muy bien esta época de la libertad de mercado.
Bueno, la libertad de mercado es esto: el mercado puede decidir absolutamente todo sobre la vida de los inquilinos.

 

Llegamos a una instancia donde el desierto que ha provocado en estos años Milei en cuanto al tema... más que nunca, el contrato es ley, diga lo que diga.
Claro, porque el decreto lo que dice es que por encima de todas las cosas está la libertad de las partes para negociar: la libre contratación, que es algo que incluyó Alfonsín.
Y esto quiere decir que para la ley, inquilino y rentista están en las mismas condiciones de negociar un contrato.

 

Finalmente, implícitamente, lo que se sabe es que quien decide las condiciones obviamente son los rentistas, las inmobiliarias, etc.
Eso nos ha puesto en un lugar de mucha vulnerabilidad y de disciplinamiento absoluto.

 

RV: Es notable cómo se notan las asimetrías. Sobre todo con gobiernos —y vos me lo podés ratificar con argumentos sólidos como los que estás mostrando y sobre todo con referencia histórica—, ¿qué similitudes existen entre la ley Macri y Milei en cuanto a este tema?

 

GM: Sí, y te diría más. Hay una línea, por supuesto, en común entre el plan de vivienda —me refiero— de Martínez de Hoz y de Milei.
Te diría que no tanto el menemismo, porque el menemismo con la convertibilidad también prohibió el aumento de los alquileres.

 

Acá no. Acá se supone que la inflación baja, pero el mercado puede decidir aumentarte cuando quiera.
Ahora, lo que sí hay como línea común desde la dictadura es que la vivienda es un negocio.
Eso sí es transversal a todos los gobiernos que vinieron después de la dictadura.
Bajo ningún punto de vista el Estado se mete en la valorización del suelo, de las viviendas, del alquiler.

 

Tanto es así que desde 1977 tenemos las viviendas dolarizadas en Argentina y eso no se toca.
Desde 1977 el propietario decide el valor del alquiler de manera completamente unilateral.
No hay un Estado diciendo: “Mirá, esta vivienda, en estas condiciones, con esta superficie, en este barrio, etc., tiene que tener una renta de tanto”.


Eso lo inaugura la dictadura.
Antes de la dictadura era el gobierno nacional quien decidía cuánto podía valer un alquiler.
Bueno, eso sucedió desde la dictadura y no se ha podido revertir.
Y cuando uno habla con las diferentes fuerzas políticas acerca de qué rol tiene que tener el Estado en materia de vivienda, por lo general las dos respuestas son casi las mismas:
Una es “no se tiene que meter”, la otra es “tiene que construir”.

 

Lo que te están diciendo, con diferentes palabras, es que bajo ningún punto de vista el Estado se puede meter en el negocio de la vivienda.
No solo eso, sino todo lo contrario: el Estado hoy es el facilitador del negocio de la vivienda.
Te construye servicios, seguridad, transporte, educación...
Como fue con el gobierno de Cristina, creando universidades, pero no se mete en el valor de la tierra, del suelo.

 

Entonces, termina construyendo universidades y eso valoriza el valor del suelo, del alquiler, de las viviendas.
Y entonces hoy los estudiantes no pueden estudiar porque los alquileres alrededor de las universidades son imposibles de pagar, por la demanda terrible que hay.

 

Bueno, eso es algo que arrastramos desde la inauguración de la época más liberal, más neoliberal, que fue la dictadura, y que no lo pudimos revertir.

 

 

RV: ¿Cuántos inquilinos hay en Argentina?

 

GM: 11 millones.

 

RV: De ese dato, ¿cuántos representan mujeres y niños?

 

GM: Yo supongo que debe ser la misma proporción que la población. Porque la inquilinización es enorme. En las ciudades se duplicó en los últimos 20 años la cantidad de inquilinos y bajó muchísimo la cantidad de propietarios.

 

RV: ¿Se duplicó?

 

GM: Se duplicó, sí. En los últimos 25 años se duplicó. Y vamos a seguir así, por supuesto, por esto que te decía antes.

 

RV: Y esos 11 millones, ¿dónde están distribuidos geográficamente? ¿En el interior, en el AMBA?

 

GM: Ciudad de Buenos Aires, AMBA, ciudades grandes de la provincia de Buenos Aires. En Bahía Blanca, por ejemplo, el 30% alquila.
Dato alarmante: 30%. En la ciudad de Buenos Aires, 38%; en Rosario, 30%; en Córdoba debe andar en 27 puntos.


Pero el dato más alarmante es que aumenta la cantidad de inquilinos año a año y baja la cantidad de propietarios, a pesar de niveles récord de construcción de vivienda.
Sí, totalmente.

 

GM: El último censo, por ejemplo —que es un desastre, pero a grandes rasgos sirve— dice que somos 46 millones de habitantes y que hay 17 millones de viviendas en Argentina. O sea, una vivienda cada menos de 3 personas.


Sin embargo, muchísimas viviendas están vacías y, aun así, hay un déficit habitacional enorme.
Bueno, la vivienda ya no se construye en Argentina ni en el mundo para ser habitada. Es un bien para especular. Es tremendo.

 

Cuando vos decís “aumentan los inquilinos, caen los propietarios”, claramente hay un posicionamiento del mercado hacia la concentración, en pocas manos.

 

RV: ¿Quiénes son esos grupos?

 

GM: Son los grupos que identificamos con el poder económico, que cualquiera podría identificar con el poder económico: los medios de comunicación, el poder judicial, Techint, etc.

 

Eduardo Elsztain con IRSA, esos. Y en menor medida, pero con mucha capacidad de lobby, la clase política. No sé, Ritondo… Ritondo tiene 400 viviendas.

 

Nosotros, cuando fue toda la discusión por la ley de alquileres, nos decían que los dueños de las viviendas eran “jubiladitos” con una vivienda de alquiler.
Y nosotros decíamos: esto lo dicen porque en realidad no quieren que se sepa la verdad.
En realidad, el narcotráfico en Rosario… la mejor forma de lavar dinero en Argentina es a través del desarrollo inmobiliario.

 

Entonces eso genera consecuencias, obviamente, en el acceso a la vivienda. Si es un negocio tan pero tan rentable y en una oscuridad absoluta...


En Argentina no se sabe cuántos contratos de alquiler hay, no se sabe quiénes son los dueños de las viviendas, no se sabe cuántos inquilinos hay, no se sabe cuánto se paga de alquiler… no se sabe absolutamente nada.

 

La ley de alquileres planteaba eso: la obligación de registrar todos los contratos de alquiler en AFIP para empezar a saber la concentración de la vivienda que hay, cuánto se paga de alquiler, en qué zonas, cuántas viviendas están vacías, etc.
Bueno, por eso sufrimos la campaña que sufrimos en contra de la ley de alquileres.

 

RV: No solamente esta ofensiva de hace años que vos decís tiene un nombre político-económico neoliberal, sino que ahora se suma un desarme normativo total con Milei. ¿Cómo lo ves?

 

GM: Totalmente. Pero articulado a una concepción de apreciar lo público y lo común bajo la lógica del mercado.

 

RV: Este mapa ideológico que vos estabas describiendo, ¿cuáles son sus redefiniciones de cara al futuro? ¿Qué notás? ¿Qué rasgos estás notando?

 

GM: No, creo que hubo una interpretación de un clima social hace un tiempo largo en el que la sociedad —y sobre todo los sectores más golpeados— han perdido la confianza en el Estado. Lo ven más como un obstáculo que como una ayuda.

 

Conseguir un turno en el hospital público, hacer una denuncia en la comisaría, que se te cumpla la ley de alquileres, ir a alguna oficina donde te hagan cumplir la ley…
Ese Estado, que creo yo se convirtió en un Estado caritativo —aparece para dar un colchón y una frazada, no para evitar el desalojo—, ha generado mucho malestar.

 

Y yo creo que el gobierno, que la ultraderecha, logró ser la polea de transmisión de esa bronca, de ese sentimiento que había.
Por supuesto, para hacer todo mucho peor, pero ha canalizado esa sensación de que cuando el Estado se mete es peor.

 

Y me parece que el desafío es seguir defendiendo al Estado, no tener posiciones que se parezcan a la derecha.
Por ejemplo, eso de que los extranjeros no se pueden atender en el hospital público —que es algo que viene pasando— o que no hay que intervenir en los alquileres.
Eso es de la derecha y, lamentablemente, dentro de nuestra fuerza también se repite.

 

Porque si no, además, si nos parecemos a la derecha, va a seguir ganando la derecha.
Pero además porque tenemos cosas que resolver, deudas pendientes.
Y para mí, una de las grandes deudas pendientes es el acceso a la vivienda.

 

Sortear cuatro casas por mes genera mucha bronca en el que no sale sorteado.
Y creo que en materia de vivienda hay que tener un proyecto de mayorías, no de privilegiados, de pocos privilegiados.

 

Hay que tener un proyecto de mayorías.
Y ese proyecto de mayorías tiene que estar enfocado en los 11 millones de inquilinos y en las 7 millones de personas —hoy supongo que debe ser mucho más— que viven en villas.

 

RV: ¿Qué elementos organizativos del movimiento inquilino pueden generar o generan un marco de conciencia de clases para ese sujeto inquilino que se representa en el número de 11 millones?

 

GM: Bueno, es la pregunta del millón, ¿no? Es la pregunta del millón. Es algo que debatimos permanentemente.

 

RV: ¿Cómo lograr que el inquilino no se sienta representado por aquel que lo va a destruir?

 

GM: ¿Cómo hacemos para que el trabajador no se sienta más representado con el Galperín que con un sindicato?

 

RV: Con su sindicato, ¿no?  Yo noto —perdón— que hay un sentido común muy en avanzada de los sectores que vos antes nombrabas, ¿no? Que son los sectores jefes de esta promoción ideológica, sobre todo en los pequeños propietarios y las pequeñas inmobiliarias.

 

Justamente ayer tuve una discusión con la inmobiliaria que yo alquilo, en el sentido de que yo le dije que el INDEC mentía. Él me habló del índice de IPC que estaba estable y que la emisión estaba bajando. Le digo que es mentira, porque no está incluyendo la canasta de alquiler, no está incluyendo la canasta energética y podemos discutir también la canasta alimentaria. ¿Cómo la están midiendo?

 

Y realmente, nada, noto que hay una apropiación muy fuerte de este sector, que yo no los veo como adversarios o enemigos a los pequeños inmobiliarios o a los pequeños propietarios. Pero noto que han avanzado y, a su vez, han despojado también al propio inquilino, de alguna manera, de sus propios derechos, ¿no?

 

No me acuerdo con quién lo hablaba, pero le digo: "Mirá, la única manera que tenemos es la acción colectiva acá". La acción colectiva no digo que sea del campo jurídico, sino de un campo político. Juntémonos, armemos una asamblea, marchemos y generemos un antecedente de pequeña huelga. Más allá de que puede ser estéril, va a ser un antecedente.

 

 ¿Cómo generamos esos procedimientos? ¿Cómo los agilizamos, es por dicho?

 

GM: Me parece que hay, por un lado, una cuestión discursiva —un poco lo que charlábamos recién—. No hay que moderar el discurso, porque la moderación en tiempos como los que estamos viviendo genera que el sentido común, como decías vos, se corra más a la derecha. Me parece que hay que proponer soluciones que realmente sean efectivas, y me parece que tenemos que fortalecer la organización y animarnos a dar un debate en serio sobre la situación.

 

En Bahía Blanca, que está la tragedia de la inundación, se empezó a discutir en el Congreso Nacional una emergencia por Bahía Blanca. Pero esa emergencia no incluye la emergencia de la vivienda. O sea, para la emergencia, en Diputados y ahora en Senadores, no existen el 30% de la población de Bahía Blanca que alquila. No hay ninguna medida para eso, mientras las inmobiliarias están haciendo barbaridades. Y existe la Oficina de Atención a Inquilinos en Bahía Blanca, pero no quiere atender a nadie. Y existe la Defensoría del Pueblo en Bahía Blanca, pero no quiere atender a nadie. ¿Por qué? Porque no se quieren pelear con todas las inmobiliarias de Bahía Blanca.

 

Finalmente, en Bahía Blanca lo que sucedió antes de la inundación es que el 60% votó a Milei. Entonces, yo hablaba con los funcionarios de Bahía Blanca y les decía que si el 
Estado de Bahía Blanca, que es del kirchnerismo —porque el PRO y Milei fueron divididos ahí, entonces ganó La Cámpora por 4.000 votos—, si el Estado no resolvía demandas tan sensibles como, por ejemplo, “¿dónde voy a vivir?”, en la próxima elección van a votar a Mussolini, no a Milei.

 

Bueno, ahí es donde yo creo que tenemos una discusión —sobre todo dentro del campo nacional y popular— sobre temas sensibles, en donde tenemos más representantes del mercado que de un ciudadano común. Y que esa distancia que se fue creando entre nuestra dirigencia sindical, política y un trabajador común es lo que ha logrado canalizar Milei. Y esa es una discusión urgente, que pareciera ser que no se está dando.

 

Porque la CGT no moviliza, porque están negociando las obras sociales, porque la dirigencia está especulando a ver si esto se resuelve tipo tablero de ajedrez o si finalmente estalla en una crisis económica por la deuda con el Fondo y el atraso cambiario, etc.

 

Pero después, lo que se discute, lo que se dialoga en la calle, es una bronca que empieza a crecer, y para todos lados. Claramente.

 

RV: Cambio de tema. Quiero hacerte una pregunta: ¿cuál es tu percepción en cuanto a ciertas políticas públicas que están existiendo —muy aisladas, poco articuladas— pero existen? Como por ejemplo, ya diste un posicionamiento en cuanto a lo que fue la tensión del inquilino en Bahía Blanca, pero aparece el fondo de garantía también en Córdoba, garantía de alquileres en Córdoba, donde los municipios salen como garantía ya que las inmobiliarias están pidiendo garantías que son exorbitantes. Y aparece también la oficina del consumidor, la parte del consejo de vivienda, que también asesoran a inquilinos, y también otras políticas. ¿Cómo lo estás viendo a eso desde tu sector?

 

GM: Yo creo que es una forma de la dirigencia de intentar que no se le desbanden los inquilinos sin pelearse con el mercado inmobiliario. Entonces, crean oficinas, o la garantía —que la garantía, si nos ponemos a pensar, es una condición que fija el mercado y que no tiene por qué el inquilino presentar una garantía si el depósito, en realidad, ya es una garantía.

 

Pero el Estado lo que hace es intentar darle soluciones a los inquilinos que no molesten al mercado inmobiliario. Eso va derecho al fracaso. Es una obviedad lo que estoy diciendo.

 

Lo de Bahía Blanca es extremo, pero sucede en Rosario, en donde anunciaron un crédito para inquilinos, y acá en la Ciudad de Buenos Aires también, un crédito para que puedan pagarle a los propietarios lo que se les antoje. Entonces, es una política, finalmente, para estabilizar el mercado. No es una política de vivienda.

 

Entonces, la Ley de Alquileres es un ejemplo muy importante en ese sentido. La Ley de Alquileres bajaba los precios de los alquileres, fin. ¿Entendés? Y eso no está permitido en este país.

 

Eso no está permitido. Que se pague un poco menos de alquiler de lo que se paga, de lo que el mercado pretende. Eso no está permitido.

 

Y ese es el fondo de la cuestión. Sabés que vos sos peronista como yo, ¿no? Perón, cuando asume la Secretaría de Trabajo en el '43, crea la Cámara de Alquileres. Cuando termina Perón en el '55 por el golpe de Estado, el precio del alquiler representaba el 4% de un salario.

 

Y hoy está... y hoy es un salario. Con un salario pagás el alquiler y con otro salario... viven, comen. Claro.

 

Pero no hay concepción política ni normativa en el terreno. No hay una idea acerca de que la vivienda es un derecho. ¿No viste que el eslogan es “el sueño de la casa propia”? Claro. No hay una idea de que la vivienda es un derecho bajo ningún punto de vista.

 

Mientras no sea un derecho y sea un negocio para la mayoría de la dirigencia, la situación va a ir empeorando. Y si la situación empeora, y además tenés un discurso permanente acerca de que quien tiene posibilidades de solucionar el problema de la vivienda es porque tiene plata, la bronca va a crecer.

 

RV: Perdón que te interrumpa. Cuando vos decías que estas oficinas o estas políticas públicas son paulatinas o parches, ¿no?, porque están tratando de retener el mercado inmobiliario de alguna manera... ¿Por qué decís que va a fracasar? ¿Cuáles son los elementos?

 

GM: Porque la crisis económica es evidente, ¿no? Pero a eso le tenés que sumar el modelo de vivienda de la Argentina, que es un modelo…

 

RV: ¿Elitista?

 

GM: Profundamente elitista y especulador. Por lo tanto, eso va a profundizar la crisis de vivienda en la Argentina. Si en 20 años se duplicó la cantidad de inquilinos, es un dato alarmante. Pero más alarmante es que en 20 años bajó la cantidad de propietarios a números preperonistas.

 

O sea, nosotros tenemos menos propietarios que cuando Perón asumió la Secretaría de Trabajo. Cuando se va Perón en el '55, él da vuelta eso y se va con 65% de propietarios, cuando había asumido con 65% de inquilinos.

 

Entonces, si vos no intervenís, es como que yo te diga: “Che, mirá, la carne se puede comprar en dólares y además cualquier carnicería le puede poner el precio que quiera, ¿sí?” Por supuesto que va a ser una crisis, que nadie va a comer carne, que es un poco lo que está pasando.
Imaginate eso en materia de vivienda.

 

La crisis social que te genera. No sé, te doy otros ejemplos no tan ligados con la vivienda. En Villa Pegüeña, en Neuquén, corrió riesgo no empezar las clases porque los docentes no tenían dónde vivir.

 

En San Martín de los Andes, el único hospital público que hay, en temporada, corrió riesgo de quedarse sin médicos. Los médicos hicieron una asamblea porque no tenían dónde vivir, porque en ciudad turística, en noviembre, echan a todos para alquilar a europeos. Entonces te hacen contratos de ocho meses. De seis meses.

 

Imaginate lo que significaba entonces que para vivienda el plazo mínimo de un contrato de alquiler era de tres años. Claro. Era imposible, imposible que el mercado acepte las condiciones que fijaba la Ley de Alquileres.

 

RV: Te pregunto sobre algo que no encontré… había un observatorio de alquileres, ¿puede ser? No recuerdo bien si estaba ligado a alguna universidad o a la municipalidad.

 

GM: No, viene de parte de Federico Prior, que era parte de una organización inquilina de Neuquén. Ahora forma parte del gobierno provincial y fue él quien impulsó el observatorio de alquileres de la provincia. Lo hizo junto con universidades y con propietarios inmobiliarios, etc.

 

RV: Queríamos preguntarte sobre los observatorios que existen y también sobre las iniciativas del cooperativismo o la economía social y solidaria en relación al tema habitacional.

 

GM: Y mi posición es bastante crítica con eso. Yo creo que hay que cambiar las condiciones del negocio de la vivienda en Argentina. No podemos pensar que, en estas condiciones, el cooperativismo va a resolver el problema de la vivienda.

 

Si el valor del suelo está en dólares, si no está regulado, si el valor de la construcción y de las viviendas tampoco lo están, y la renta tampoco, es muy difícil que el cooperativismo pueda surgir como solución real. Es como decirte: “Mirá, para resolver el problema de los alimentos, cada vivienda tiene que tener una granjita atrás para sembrar”. Bueno, todo bien, habrá experiencias exitosas, como el MOI que construyó viviendas cooperativas, pero eso no cambia el esquema nacional.

 

Entonces, creo que es hora —y un poco lo planteabas vos también— de que todas las organizaciones que luchamos por la vivienda tratemos de construir una demanda unificada. Que no estemos peleando cada uno por lo suyo: uno por el contrato de alquiler, otro por un terrenito para una cooperativa, otro por los créditos UVA, otro por el PROCREAR…

 

Tenemos que empezar a debatir en serio qué modelo de acceso a la vivienda queremos. Y en ese debate, deben participar los sindicatos. Si no se recupera, como en la resistencia peronista, el rol de los sindicatos peleando por la vivienda, va a ser muy difícil construir un proyecto político que incluya en su programa que la gente pueda vivir en una casa, ya sea como propietario, inquilino, lo que sea, pero en condiciones dignas.

 

RV: Vamos a un tema que tiene que ver con nuestra región latinoamericana. ¿Existen experiencias que vos puedas rescatar, tanto públicas como cooperativas, que hayan puesto límites a la especulación inmobiliaria o impulsado programas de vivienda social?

 

GM: Venezuela tuvo un programa impresionante de construcción de viviendas. Y de ahí viene, en parte, la ofensiva imperialista. Ellos construyeron cinco millones de viviendas para una población de veinte millones. Sería como si acá construyéramos diez millones de viviendas en cinco años.

 

RV: ¿Recordás cuándo fue ese plan?

 

GM: Sí, fue durante Chávez, aunque no me acuerdo el nombre exacto del plan. El otro día hablé con Rijel Sergent, que dirige el movimiento de inquilinos y pobladores de Venezuela y hoy es diputado. Charlamos sobre eso, pero no me quedó el nombre.

 

Creo que comenzó con Chávez y terminó con Maduro. Es clave para entender cómo surge la ofensiva imperialista en Venezuela: cuando empezaron a entregar un millón de viviendas por año. Incluso expropiaban viviendas vacías, como en la Constitución del ‘49 con Perón, que declaró la función social de la vivienda. Vivienda que no estaba habitada, se asignaba a quien la necesitaba.

 

RV: Hablando de poder, mercado y política, ¿quiénes manejan hoy el mercado, y cómo se da esta ofensiva también en Brasil?

 

GM: En Brasil es diferente, porque su Constitución todavía contempla la función social de la tierra. Por eso existe el Movimiento Sin Tierra. Cualquier tierra que no se explota, se puede tomar.

 

Pero en cuanto a alquileres, tienen una regulación muy pobre, aunque el porcentaje de inquilinos es bajo. Se divide mucho entre la clase alta y las favelas.

 

RV: ¿Cómo vienen articulando con otros movimientos inquilinos de América Latina? ¿Qué planes de acción tienen?

 

GM: En Latinoamérica no hay movimientos inquilinos, salvo en Venezuela, con quienes estamos en permanente comunicación. Pero ellos están en un momento muy difícil. El resto de la región tiene una lógica histórica de casa propia, impulsada por los gobiernos populares, en un continente poco poblado. Entonces, con políticas contundentes, la casa propia fue posible.

 

Diferente a Europa, que desde principios del siglo XX, especialmente después de la Revolución Rusa, tuvo que ampliar el Estado por miedo al comunismo. Ahí nació el parque público de viviendas. El Estado tenía viviendas como nosotros tenemos hospitales. Pero a partir de los ‘70 y con más fuerza en los ‘90, todo eso se privatizó. Hoy quedan pocas experiencias: Viena, Irlanda, algo en España, pero ya casi no hay vivienda pública en alquiler.

 

Por eso allá hay sindicatos inquilinos con 50 años de historia, y movilizaciones enormes. Acá es más raro: le preguntás a un inquilino cómo cree que se resuelve el problema, y la mayoría responde “con la casa propia”, aunque sabe que probablemente nunca llegue a tenerla.

 

RV: Claro, tiene que ver también con esa tradición latinoamericana de la casa propia…

 

GM: Exactamente. Y con las crisis sucesivas que atravesamos. En cada crisis, el propietario chico vende. Entonces, baja la tasa de propietarios. Y es lógico: ante la incertidumbre, tener una propiedad es un resguardo.

 

RV: En este contexto de nuevos gobiernos progresistas en América Latina, ¿ves que se esté discutiendo de fondo la política de vivienda y la regulación de los alquileres?

 

GM: No. Cuando nosotros logramos la Ley de Alquileres en 2020, se intentó algo en México con López Obrador, en Paraguay, en Bolivia, en Uruguay… Pero en ningún lugar prosperó.

 

Tenemos contacto con algunos sectores del Frente Amplio de Uruguay, y con gente en México, que tienen interés en el tema. Pero cuando se plantea dentro de los partidos progresistas la intervención en el mercado inmobiliario, todos prefieren esquivarle al tema.
Falta mucho para construir un movimiento más grande de inquilinos, con más conciencia, con más participación.

 

RV: Muchísimas gracias, Gervasio. Muy claro desde lo histórico, desde lo político, y también desde una mirada situada en América Latina. Queda seguir pensando alianzas estratégicas y generando mecanismos de conciencia de clase.

 

GM: Yo creo que dejar antecedentes y hechos es lo importante. Y lo que ustedes hacen desde Vértices, lo que hacemos desde Inquilinos Agrupados, esa discusión que damos también en lo comunicacional, es impresionante. Así que gracias y a seguir.

 

Fuente: Foto de Inquilinos Agrupados
Fuente: Foto Diario el sol

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