🍞 Revolución sin TACC: una pyme que defiende a los consumidores con celiaquía desde la cocina

Una historia de salud, aprendizaje y compromiso real. Stella, emprendedora radicada en Villa María hace más de diez años, pasó de vender churros en una plaza en Chivilcoy a crear un local donde la comida sin gluten es fresca, accesible y hecha con amor. Con más de 200 productos elaborados diariamente y 11 puesto laborales, crea una marca sin conservantes y con conciencia.

Fuente: Gentileza de SABIOS SABORES SIN TACC

 

Cocinar con amor y progreso

 

Esta nota no solo refleja el poder de un emprendimiento sino el corazón de un comercio que cuida la salud de las personas con celiaquía, enfrentando los desafíos del mercado y los diversos intereses de la comunidad.

 

"Yo empecé vendiendo churros en la plaza, porque no había nada para nosotros, nada. Estábamos solas con mi hija, las dos con celiaquía, y en ese momento ni el azúcar venía rotulado." Así comienza su relato Estela, pastelera autodidacta que convirtió una necesidad personal en un proyecto con identidad. Desde Chivilcoy, Buenos Aires, llegó a Villa María y fundó una pyme que hoy genera empleo, conciencia y opciones reales para quienes deben alimentarse sin gluten. "Siempre digo que soy consumidora antes que empresaria, porque esto nació desde el dolor de no tener qué comer."

 

Orígenes con nombre propio: necesidad y prueba diaria

 

"No se conseguía nada. Empezamos con una mesita y unos churros sin TACC en la plaza. Todo lo hacía con lo poco que encontraba." Stella rememora con emoción sus inicios. Fue una propuesta junto al INTA la que le dio el primer empujón. "Yo ya hacía tortas comunes en mis ratos libres, pero no era lo mío. Esto fue empezar de cero. Sin recetas. Sin nadie que entendiera."

 

Los primeros años fueron de ensayo y error. "Probaba todos los días algo nuevo. Porque no había recetas, ni referentes. Nadie entendía nada de esto. Pero yo me ponía siempre en el lugar del celíaco. En el mío." Aprendió a hacer panificados, dulces, viandas y todo lo necesario para que una persona con celiaquía no se sintiera excluida. "Hay que tener amor. Y paciencia. Porque no es fácil trabajar estas materias primas. Pero si te ponés en el lugar del otro, lo hacés."

 

Levantar los cimientos: pasito a pasito, amasando confianza

 

"No me abrí un súper local de un día para el otro. Fui creciendo. Primero sola. Después tomé un empleado. Después dos. Ahora somos once. Más mi marido y yo, que laburamos a la par." Estela describe su evolución como una construcción artesanal. "Primero atendía yo sola. Después fui ampliando. Siempre superviso todo. No sale nada sin mi aprobación."

 

La clave es el control. "No entra ni un caramelo al local si no lo autoricé. Porque soy celíaca. Y sé lo que es la contaminación cruzada. Sé lo que es ir a un lugar y no poder comer. Acá todo lo hacemos nosotros: las pastas, las tartas, los alfajores, los panes. Y todo sin conservantes." El modelo de Stella está sostenido en la confianza del cliente, que sabe que lo que consume fue hecho con cuidado extremo.

 

Éxito con raíz en la empatía: cocinar para que nadie quede afuera

 

"Yo hago esto porque quiero que el celíaco no se sienta excluido. Que pueda ir a un casamiento y comer. Que tenga torta para su cumpleaños. Que coma igual que cualquiera." Su voz se quiebra al recordar experiencias dolorosas: "Fui a casamientos donde no me dieron de comer. Y eso marca."

 

Esa experiencia se transformó en acción. "Ahora me llaman para hacer viandas para fiestas, servicios, cumpleaños. Y yo pienso en todo. En que puedan comer rico, variado, seguro." La respuesta de la gente fue abrumadora. "Cuando llegué a Villa María, todos me decían que era un mercado difícil. Pero la gente me abrió las puertas. Yo tengo agradecimiento eterno. El boca a boca fue mi mejor publicidad."

 

Presente firme: frescura, educación y sentido del detalle

 

"Todo lo que vendo se hace ese día. Si no, no sirve. Por eso siempre aclaro: si el pan lo dejás fuera de la heladera, se pone feo. Porque no tiene conservantes." Stella sostiene una lógica de producción que prioriza lo real: lo que alimenta de verdad.

 

Pero también tiene una misión educativa. "Me gustaría enseñar. Hacer talleres. Mostrarle a los chicos que se puede cocinar sin gluten. Enseñarles recetas a las familias. Porque cuando te diagnostican, sentís que no hay nada para comer. Y no es así. Hay mucho. Pero hay que saber." Tiene pendiente organizar eventos con médicos y encuentros con otros emprendedores. "Siempre lo pienso. El tiempo es lo que falta."

 

Defender al consumidor desde adentro: salud, precios y ética

 

"Hay un mito que dice que lo saludable es caro. Pero no es cierto. Una factura mía sin gluten cuesta igual o menos que una común." Stella lo explica con cifras: "Un kilo de premezcla me cuesta más de 4 mil pesos. Y la harina común vale mil y algo. Pero yo igual mantengo precios accesibles. Porque sé lo que se siente."

 

Los desafíos en la comunidad

 

"Yo pago todos los impuestos. No tengo ningún beneficio por ser un comercio saludable. Ni la municipalidad ni la provincia me eximen de nada. Todo lo que tengo se sostiene con mucho esfuerzo." Stella detalla que falta políticas publica que acompañen. "Deberían ayudar a quienes elaboramos sin conservantes, sin ultraprocesados. Estamos cuidando la salud."

 

También hay un aislamiento forzado. "No hay cámara de emprendedores saludables. Una vez se intentó desde la municipalidad armar algo con ese título: Villa María Saludable. Pero quedó en la nada. Hicieron una reunión y nunca más." La falta de organización colectiva impide que estas pymes puedan negociar mejores condiciones o plantear necesidades comunes.

 

"Yo creo que la gente sí quiere comer mejor. Lo que falta es apoyo para quienes producimos de forma distinta. Porque hoy todo lo saludable se hace a pulmón."

 

El mercado: entre la conciencia y la desigualdad

 

"Todo sube. Pero también hay más conciencia. Hay más gente que busca comer sano, sin gluten, sin conservantes." Esa tensión define el contexto actual. "El problema es que las grandes marcas tienen publicidad. Pero después vas al supermercado y todavía hay pan dulce de octubre. Eso no es saludable. Eso no es justo."

 

Salud, educación y comunidad: la revolución silenciosa

 

"Esto es medicina. Para el que tiene celiaquía, la comida es medicina. Por eso yo no uso conservantes. Porque no quiero hacer daño. Prefiero que me compren menos, pero darles algo bueno." Stella insiste: "Lo que ves en mi local es lo que hay. Natural, fresco, honesto."

 

Hoy proyecta ampliar su propuesta. "Estoy trabajando para ofrecer viandas congeladas. Que la gente pueda llevarse su comida por semana. Que sea rica, segura y práctica." Su motor es siempre el mismo: "Educar, cuidar, acompañar. Ese es mi rol."

 

Cierre: alimentar la vida es resistir con amor

 

"Yo tengo alma de empresaria, pero vengo de abajo. Nunca me sentí empresaria. Soy consumidora. Por eso entiendo lo que necesita el otro. Por eso no vendo humo. Vendo alimentos que hacen bien."

 

Stella comparte más que productos. Comparte un camino posible: saludable, justo, sustentable. "Mientras otros te quitan salud, yo quiero darte vida. Y eso no tiene precio."

 

Fuente: Gentileza de SABIOS SABORES SIN TACC

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